Publicado por prensa Red Salud
Un estudio apoyado con fondos públicos en el ICBM, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, explorará aspectos desconocidos sobre el origen de la artritis reumatoide (AR).
Esta condición autoinmune afecta a cien mil chilenos y es la más común de las denominadas enfermedades reumáticas, un grupo de patologías que causa más de 170 millones de discapacidades en América Latina, 34 millones de estas de carácter permanente, de acuerdo a estimaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Evidencia científica acumulada en las últimas décadas plantea que las células o linfocitos T CD4+ también llamados “ayudadores”, serían los principales responsables de la activación de la respuesta autoinmune característica de la patología.
El proyecto, que será financiado con recursos Fondecyt de ANID y considera la obtención de tejido de pacientes participantes en el estudio y atendidos en los hospitales del Salvador y de la Universidad de Chile, apunta a indagar el posible rol de otro linaje de células en el origen de los procesos inmunológicos que se producen en el desarrollo inicial de la enfermedad.
Se trata de las células T CD8+, también conocidascomo células citolíticas o citotóxicas.
Gracias a esta comprensión (aún parcial) del origen de la condición, la artritis reumatoide dispone de numerosos tratamientos paliativos, que aun cuando logran restituir la calidad de vida de numerosos pacientes, ninguno es capaz de revertir o curar completamente a los pacientes. Se calcula, sin embargo, que uno de cada cinco individuos no responde a las terapias convencionales.
El Dr. Juan Carlos Aguillón, académico del Programa de Inmunología del ICBM, quien es el científico líder del proyecto, ha impulsado más de 80 publicaciones sobre procesos relacionados con distintas fases y componentes involucrados en la artritis reumatoide. Un último paper, publicado recientemente por este equipo, abordó el hallazgo de un reducido número de péptidos (cadenas cortas de aminoácidos que funcionan como bloques para la estructura de las proteínas) que se encuentran en pacientes de esta condición.
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune, que genera inflamación y destrucción de tejidos por células y moléculas mediadoras propias, según explicó el científico chileno.
“Por su carácter autoinmune, componentes propios del sistema inmune reconocen estructuras constituyentes del mismo organismo como extrañas, lo cual es anormal y produce una acción de defensa como si fuera una sustancia que hay que destruir- esto hace que se eche a andar toda la maquinaria del sistema inmune en forma reiterada, dada la presencia permanente de los componentes propios y que son la base de la estructura del tejido articular”.
Se trata de un padecimiento crónico potencialmente incapacitante, que afecta tanto a las articulaciones como muñecas, codos, manos, rodillas, tobillos y hombros. Así también a otros órganos: piel, ojos, corazón, sistema nervioso, pulmones, sangre y aparato músculo-esquelético.
Son parte de este proyecto los doctores Jaxaira Maggi y Diego Catalán y los reumatólogos doctores Lilian Soto y Oscar Neira, además de la Dra. Montserrat Carrascal, del Laboratorio de Proteómica de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El origen desconocido
Al encender la maquinaria del sistema inmune, la enfermedad activa al mismo tiempo un proceso inflamatorio que ocasiona el daño a nivel de las articulaciones, su principal característica. Pese a que estas consecuencias son a nivel de todo el organismo, las más visibles son en las manos y las rodillas, que de no mediar tratamiento, el dolor y el daño en muchos de los casos es incapacitante.
“Lo más complicado de la artritis reumatoide es el daño que se comienza a producir tempranamente en el organismo al desencadenarse el proceso autoinmune por las células del sistema inmune que se activan en esta fase inicial del desarrollo de la condición”, puntualizó el académico del ICBM, quien estudia esta condición desde el año 1999.
Apoyado principalmente por recursos públicos, su trabajo se ha enfocado en la comprensión de las células del sistema inmune implicadas en el curso de la enfermedad.
Uno de sus principales hitos es la descripción de cómo las células dendríticas, vitales en la respuesta inmune, interactúan con los linfocitos T (responsables de la inmunidad celular en el organismo) y un determinado grupo de estos: los linfocitos T ayudadores.
En una consecuencia anómala, los linfocitos T ayudadores que reconocen componentes propios, a los que se les pasa a llamar autoantígenos, producen sustancias químicas que actúan como mediadores para encender los mecanismos de protección del organismo, pero erróneamente, dado que no se trata de agresores del organismo.
En este caso, sin embargo, la secreción de estos compuestos origina una respuesta no deseada: reconocer sustancias propias del cuerpo como externas y amenazantes, activando el sistema inmune de una forma crónica. Es decir, el receptor se enciende y no se apaga más.
El Dr. Aguillón precisó que las drogas comúnmente utilizadas por las personas diagnosticadas apuntan a disminuir la inflamación y algunas a retardar el avance del daño articular, pero no a restituir la capacidad del sistema inmune de no reconocer “lo propio como exógeno”.
El estudio que se desarrolla en el ICBM se orienta a conocer piezas claves de la autoinmunidad como son los autoantígenos presentados por las células dendríticas a los linfocitos T CD4+ y eventualmente a los linfocitos T CD8+, llevando a su activación. El científico chileno describe que para lograr esta comprensión utilizaron un enfoque novedoso: la obtención de muestras de fluidos y tejidos articulares de pacientes con AR activa, y algunos de los cuales, a pesar del tratamiento, tuvieron que ser sometidos al reemplazo articular.
A partir de este material, utilizando herramientas inmunológicas estándares, sumado ala espectrometría de masas y algoritmos de inteligencia artificial, se procesaron miles de péptidos de proteínas presentes en los fluidos. Tras seleccionar un grupo limitado de péptidos como potenciales autoantígenos, los que se observaron en cultivos celulares y determinaron cuáles son fundamentales para que las células dendríticas los presenten a los linfocitos T autoreactivos y activen una respuesta inmune.
Al proliferar los linfocitos T CD4+, se producen sustancias químicas llamadas citoquinas, (pequeñas proteínas) que en condición normal son cruciales para controlar el crecimiento y la actividad de otras células del sistema inmunitario y las células sanguíneas, pero que en la AR son mediadoras de daño al activar a otros tipos de células, que finalmente participan en la destrucción del cartílago y el hueso de las articulaciones comprometidas.
Pero el laboratorio del Dr. Juan Carlos Aguillón apunta a establecer una nueva comprensión del origen de la patología: el rol de las células T CD8+, un tipo de linfocito T distinto, que también podría estar involucrado, pero de un modo distinto debido a la forma de actuar de este linaje que es causando daño a través de la muerte de la célula propia que muestre el potencial autoantígeno.
A diferencia de los linfocitos T CD4+, que generan un daño permanente a nivel articular al haber una respuesta inmune activada de forma crónica por la producción de citoquinas y contacto celular, los linfocitos T CD8+ activados reconocen a las células propias que presentan el antígeno de la enfermedad y le insertan verdaderos misiles de moléculas conocidas como perforinas y gramzimas, las que las destruyen.
“Entonces, lo que ocurre es que las células T CD8+ podrían afectar a la célula, pero por apoptosis o muerte celular. Es decir, van a destruir aquellas células que tengan en su interior el antígeno específico. Si las células propias tienen este antígeno, las células T CD8+ las van a a destruir como si se tratara de destruir a un agresor. Si bien las células T CD4+ son importantes en activar la enfermedad en un inicio, apostamos que las células T CD8+ también podrían tener una responsabilidad importante, constituyendo un mecanismo de daño autoinmune nuevo, aún no descrito para esta enfermedad”
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado que la artritis reumatoide es una de las mayores causas de ausentismo y retiro laboral prematuro en el mundo. Las mujeres entre la tercera y cuarta etapa de la vida son más proclives a padecer la condición, aunque los hombres no están exentos de padecerla. La última medición en Chile da cuenta de que la población afectada sería del orden del 0,5% del total de habitantes del país.
Base científica para una cura
El principal factor de riesgo para la artritis es la predisposición genética, se ha comprobado que debido a ello puede aumentar hasta un 70% la posibilidad de desarrollarla.Es fundamental el diagnóstico oportuno de la enfermedad mediante pruebas clínicas y de laboratorio, además de ultrasonido y radiografías.
Si el diagnóstico se realiza en los primeros seis meses de los síntomas, se puede evitar hasta en un 80% el daño estructural en las articulaciones y mantenerlas libres de signos y síntomas.
Sin embargo, la detección temprana es aún un aspecto en el que se necesita seguir avanzando. Investigaciones de ciencia básica en las distintas fases de la enfermedad podría ser vital para consolidar una comprensión más fina para el desarrollo de nuevas alternativas terapéuticas. El investigador principal del proyecto Fondecyt del ICBM dijo que esperan cumplir dos objetivos en este desafío.
“Por un lado, describir las estructuras propias que son presentadas por las células dendríticas y que son reconocidas por los linfocitos T CD8+, pues hasta ahora sólo había sido demostrado con las células T CD4+. Esto significa describir pépticos que sean reconocidos como autoantigénicos en un contexto de presentación en moléculas clase I del complejo principal de histocompatibilidad. Y a su vez demostrar que los pacientes con artritis reumatoide podrían tener circulando estas células T CD8+ autoreactivas, que serían capaces de reconocer y activarse frente a estos péptidos, situación que ocurre cuando uno lo observa en cultivos exvivo en el laboratorio”.
Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades reumáticas, en su conjunto, representan la segunda mayor causa de consulta en hospitales a escala global. Además, aporta más del 50% de las causas de invalidez total o parcial, y son la segunda causa de ausentismo laboral y pérdida de trabajo. Existen seis grandes grupos, establecidos por el tipo de daño, y entre las condiciones más comunes están el lupus, la artrosis y la fibromialgia.
La mayoría de estas enfermedades son crónicas y pueden llegar a producir incapacidad, siendo la principal causa de dolor crónico. Por tanto, tienen un gran impacto en la calidad de vida de las personas. En Chile, los reumatismos –agrupadas como condiciones por su capacidad de afectar el sistema músculo-esquelético– están desde 2007 incluidas en el auge, específicamente, la artrosis y la artritis reumatoide.
“El abanico de proteínas que estudiaremos, las obtendremos a partir de tejido de articulaciones de rodillas reemplazadas, y a partir de esto vamos a definir qué péptidos de proteínas son potencialmente autoantigénicos. Al cabo de este proyecto lo que debiéramos obtener es un conjunto de nuevos péptidos candidatos de autoantígenos, esta vez para células T CD8+”, concluyó el Dr. Aguillón (Por: Luis Francisco Sandoval. Agencia Inés Llambías Comunicaciones).