Proyecto que reúne a tres universidades nacionales ya ha demostrado -en estudios preliminares- resultados “prometedores” con un compuesto de las algas.
Publicado en el Diario La Tercera
En términos sencillos, la alergia no es otra cosa que la respuesta exagerada del sistema inmune a un elemento externo. Se estima que alrededor del 20% de la población tiene algún tipo de alergia ambiental y aumentará en los próximos años.
Un equipo de investigadores de tres universidades chilenas, encabezados por Leandro Carreño, científico del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la U. de Chile (Icbm) y del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (Imii), trabaja en un proyecto que busca encontrar un compuesto que inhiba la respuesta inmune.
De esta manera, se podrá controlar y revertir los efectos generados por factores ambientales como la contaminación y el polvo, y mitigar en gran parte los efectos adversos asociados.
Ese compuesto capaz de controlar la respuesta inmune pareciera estar en las algas chilenas.
De acuerdo a los estudios que realizan científicos de las universidades de Chile, Católica y Concepción, las algas podrían almacenar el elemento químico. Hasta ahora, los investigadores han logrado -en modelos experimentales- detectar en las algas compuestos lipídicos que previenen el desarrollo de los síntomas de una alergia.
“Trabajamos primero en cómo elaborar la formulación y tenemos los primeros resultados en modelos animales. El desafío que nos trazamos ahora es ver si es capaz de revertirlo, lo cual buscaremos en el segundo año de este proyecto. Luego de eso, el objetivo es trabajar en una patente que proteja esta invención. Hasta ahora, los resultados son prometedores”, dice Carreño.
Salud pública
Si bien, la alergia no es un problema que cause una alta mortalidad, si se trata de un asunto de salud pública importante en términos de disminución de productividad. Además, el cambio climático agrega un nuevo factor de riesgo para incrementar el número de individuos que las padecen. “Hoy tenemos estaciones menos marcadas. Todas las barreras físicas del organismo dependen de la temperatura y cuando ésta ya no es constante y fluctúa, favorece el ingreso de los alérgenos a la vía respiratoria, haciendo que las manifestaciones se extiendan por más tiempo”, agrega el académico de ICBM.
Para mitigar el impacto, el consumo de anti-histamínicos, que tienden a reducir su potencial en el tiempo, y vacunas (cuya efectividad es cercana al 30% del total de casos), son los métodos más utilizados.
El objetivo de la investigación es desarrollar mecanismos de protección tolerantes, que eviten los trastornos generados en las personas y los impactos fundamentalmente asociados a su capacidad de ser productivos y funcionar normalmente.
La clave de la investigación radica en un grupo de células denominado Natural Killer T (NKT). Ellas son las encargadas de modificar la respuesta inmune y, de esta manera, evitar trastornos. La formulación incluye tanto alergenos como moduladores, que actúan a través de las células NKT y poseen el potencial de estimular los linfocitos T, directamente involucrados en reconocer el ingreso de elementos externos a la vía respiratoria.
“Hemos alcanzado una formulación farmacológica bien caracterizada. Estos lípidos son capaces de estimular las células correctas, involucradas en la modulación, pero ahora resta estudiar en qué dirección va esa modulación y si tiene la capacidad de suprimir la alergia. Y para ello, la idea es que estos compuestos sean lo más novedoso posible, y que no se hayan usado previamente”, afirma el investigador de IMII.
Ahora, el laboratorio ha comenzado a evaluar el potencial de elementos extraídos de algas y microalgas chilenas. “Los resultados iniciales muestran que algunos de estos pueden estimular las células correctas”, plantea Carreño, quien destaca el valor de la colaboración entre universidades y el potencial de la vegetación acuática de nuestro país para formular soluciones innovadoras y de alto impacto sanitario.
Entre las algas y microalgas, hay algunas que son endémicas de nuestras costas. Se trata de un tipo especial de ácidos grasos, similar a un aceite, y que tienen una composición química especial, de estructura compleja y contiene una gran cantidad de azucares, explica Cristian Agurto, científico del Grupo Interdisciplinario de Biotecnología Marina de la Universidad de Concepción.
Micro y macro
Según explica Agurto, las microalgas son organismos unicelulares que se encuentran en todo el mundo en distintos ambientes, desde el mar hasta un charco. Tienen la ventaja de que pueden cultivarse.
Las macroalgas, en tanto, suelen ser endémicas y en Chile hay cerca de cincuenta especies, aunque algunas también pueden encontrarse distribuidas en Argentina y Perú. “Tenemos mucha materia prima y de muy buena calidad. Al ser de mayor tamaño, son más fáciles de procesar. En ambos casos son materias primas totalmente renovables, bastante versátiles y nobles, amigables con el medio ambiente.
Son capaces de tomar Co2 y generar oxígeno”, dice el académico de la UdeC.
Los estudios son financiados por la Iniciativa Científica Milenio y la Fundación Copec-UC.